Efectos del COVID-19 en la economía china.

por | Mar 15, 2020 | Artículos, Perspectivas | 0 Comentarios

 El COVID-19, popularmente más conocido como “coronavirus”, es el asunto que ocupa la actualidad informativa en prácticamente todo el mundo. Con muchos países alrededor del globo ejecutando medidas de cuarentena masiva, cierre de ciudades y límites a la libertad de movimiento, es fácil suponer que esta pandemia va a dejar unas profundas secuelas en la economía global y muy particularmente a China, el país que ha ejercido el papel de “paciente cero”.  Aquí desvelaremos algunos de los síntomas más significativos que está empezando a mostrar la economía de la República Popular pero también trataremos de vislumbrar el rol del gigante asiático en el escenario pos-coronavirus.

  • Subida de la inflación en el sector de la alimentación.El primer gran efecto que esta desafortunada situación ha traído consigo es un importante aumento de la inflación en el país, que en enero se colocó en su mayor nivel en los últimos nueve años, espoleada además por la tradicional subida de precios en el sector de la alimentación, sin duda alguna el más afectado, a raíz de las celebraciones del Nuevo Año Lunar. A esta situación, además, hay que añadir el estado de la industria cárnica en China: sus estructuras se vieron sacudidasen 2019, por una espectacular subida del 50% de la carne de cerdo como consecuencia directa del brote de peste porcina que ha mermado considerablemente la producción del país. Según ya datos de febrero, el IPC en productos alimentarios está situado en un 16% interanual.

  • Descenso pronunciado de la producción.Como es de esperar, tras ser paralizada gran parte de la producción industrial del país como consecuencia de los cierres y los confinamientos a causa de la epidemia, China ha registrado un agudo descenso de la producción industrial por encima del 13% en los dos últimos meses. Este hecho enlaza con el aún mayor descenso en las ventas al por menor, que en los meses de enero y febrero han caído nada menos que más de un 20%, la raíz de estas cifras está tanto en la situación de cuarentena que se ha vivido en la mayoría de las ciudades chinas, como con el aumento de la inflación que hemos señalado en el punto anterior.
  • Caída de las exportaciones e importaciones. De todo lo anterior se deriva el descenso de exportaciones que, según datos de aduana, se ha producido durante los dos últimos meses. Beijing, que había retrasado la publicación de los datos de enero referentes a importaciones y exportaciones para incorporarlos a los de febrero, ha confirmado que las exportaciones han bajado un 17,2% en ambos meses combinados. El descenso de exportaciones supone un golpe para una la economía china que sigue dependiendo, en gran parte, de las exportaciones de todo tipo de productos, desde componentes informáticos hasta textiles o bienes de consumo.

Por su parte, el descenso de importaciones entronca con el producido en ventas al por menor y ha significado una caída de un 4%, con datos referentes a enero y febrero combinados.

 Pero no todo es economía… Mask Diplomacy.

 A pesar de lo lúgubre de los datos económicos que arroja la epidemia del coronavirus, aún hay motivos para ser optimistas sobre el futuro más inmediato en China. Toda crisis trae números rojos pero generan oportunidades y cambios que pueden tener consecuencias positivas. Frente a los que auguraban que la crisis del coronavirus erosionaría la imagen internacional de China, la realidad nos indica que puede ocurrir todo lo contrario.

Después reducir la epidemia a niveles de control en el ámbito nacional, China está dedicando muchos esfuerzos en presentarse a sí misma ante el mundo como un país solidario y responsable liderando las acciones de ayuda a países afectados por el coronavirus, especialmente a países de la Unión Europea, entre los que destacan Italia y España, con el envío de equipamiento y personal médicos en un movimiento que algunos medios de comunicación están bautizando como mask diplomacy, o “diplomacia con mascarillas” en castellano, y que podría provocar un efecto péndulo en las relaciones de algunos Estados miembro de la UE con Estados Unidos, la propia UE o, por extensión, el resto del mundo occidental.

En el contexto europeo, el principal caso que convendría estudiar a la hora de analizar estos posibles efectos a nivel diplomático es, sin duda, el italiano. Es conveniente recordar que Italia fue la primera potencia del G-7 en adherirse al proyecto chino de la Nueva Ruta de la Seda, algo que fue recibido con muchas reticencias por la Unión Europea y, por supuesto, también por Estados Unidos. La presente oleada de ayuda médica que China está prestando a Italia -no solo con material sanitario sino también aportando personal médico- podría intensificar la adherencia de esta última al entorno chino, sobre todo teniendo en cuenta que el nivel de euroescepticismo en el país transalpino lleva varios años en máximos históricos y que podría verse catapultado por la desconfianza en las estructuras europeas que ha despertado la presente crisis sanitaria.

En Asia, la emergencia sanitaria ha favorecido el acercamiento entre China y Japón, dos países cuya rivalidad (y rencores históricos) a nivel regional suponía hasta ahora un importante foco de tensión (y reforzaba el rol de EE.UU como arbitro en la zona). Mientras muchos países y territorios cerraban fronteras a viajeros chinos o prohibían la exportación de material médico, Japón respondía con el envío, a través de gobiernos locales y ONGs, de mascarillas protectoras, algo que mejoró con creces la imagen del país nipón en su tradicional adversario geopolítico. En América Latina y África, frente a la política de cierre de la Administración Trump, es previsible un incremento de la ayuda china en paralelo a la gravedad de la epidemia en estos territorios.

Es previsible que, en las próximas semanas, veamos como “expertos” en geopolítica y relaciones comerciales tiñan la ayuda médica china como una gran operación de relaciones públicas. Sin duda, el envío de material médico chino allí donde se necesite es una muestra de soft power en territorios donde, en muchos casos, su imagen ha sido históricamente negativa. Pero esto es solo una parte de la verdad. La otra es que hay afectados, por todo el mundo, que salvarán sus vidas gracias a la solidaridad de administraciones y organizaciones chinas a todos los niveles. Eso es algo que en Navarra, gracias a la especial relación con la Provincia de Gansu, conocemos de primera mano.

Cuando empezó la emergencia sanitaria, se realizó un esfuerzo considerable para inducir a las empresas a desinificar sus cadenas de suministro, quizás ahora mismo son precisamente la empresas implantadas en China aquellas mejor preparadas para soportar la dimensión económica de la crisis sanitaria. Deberemos estar atentos a la situación en las próximas semanas, es posible que, el escenario pos-coronavirus, sacuda los cimientos del escenario internacional a nivel de flujos comerciales y relaciones diplomáticas.

Un artículo de: Toni Fernández Palomares