A lo largo de 2016 hemos podido seguir en las páginas de ‘navarracapital.es‘ un archipiélago de aportaciones sobre un sector que es central en la economía navarra: la industria automotriz
Las importantes transformaciones a las que asistimos en el entorno no parecen restarle importancia a una industria, la del automóvil, que según datos manejados por SODENA en 2015 cuenta en Navarra con 112 empresas y da empleo directo a 12.000 trabajadores (el 4,3% del empleo de la región).
Es también –con el 45% de las exportaciones de mercancías de Navarra- uno de los sectores más vinculados a la globalización con los pros y contras que ello implica. En definitiva, con estos poderes y con la innovación formando parte de su ADN, es normal que la automoción –además de ser considerada una de las prioridades temáticas de la S3- atraviese, de una forma u otra, el conjunto del nuevo planteamiento estratégico presentado por el Gobierno de Navarra.
Dada la importancia e internacionalización de este sector conviene mirar hacia el exterior. Entre otras cosas porque los motores de la automoción navarra tienen sus centros de decisión fuera de la Comunidad Foral y algunos de los principales retos de esta industria –por ejemplo, el coche eléctrico– se están fraguando en otros mercados
Pero también porque las oportunidades en el exterior -por ejemplo en el sudeste asiático o en la India que, con una industria en desarrollo, tiran de las empresas del sector- constituyen una seria amenaza para la estrategia del Ejecutivo Foral debido a que suelen conllevar –aunque no necesariamente- la tan temida deslocalización industrial. Es decir, existe una dialéctica entre oportunidad para la empresa y amenaza para el territorio que no debe ser obviada por los decisores públicos.
Sin duda, uno de esos mercados exteriores en los que fijarse es China. La República Popular es, desde 2010, el principal productor de automóviles y el primer mercado para componentes de automoción, maquinaria y herramientas afines. En 2012, producía ya más vehículos que los Estados Unidos y Japón juntos, representando el 25% de la producción mundial (por encima también del total de la Unión Europea).
Para el Gobierno chino, la industria automotriz en su conjunto se ha convertido en un sector altamente estratégico, en el que se estimula la alianza y la búsqueda de proveedores extranjeros
En los últimos años asistimos a cuatro grandes tendencias en el sector.
Primera; la salida de grandes grupos empresariales chinos que han decidido invertir en empresas extranjeras, en muchos casos, en empresas europeas de prestigio como MG Rover, PSA, Fisker, Volvo o Saab. Se busca así adquirir nuevas tecnologías e internacionalizar las marcas chinas fusionándolas con marcas ya conocidas de Europa y de otras regiones.
Segunda: las marcas chinas de automóviles han aumentado su cuota en un mercado nacional que no deja de crecer. Se estima que en 2018 el parque chino de automóviles ascenderá a 300 millones. Consecuentemente se estima un crecimiento del sector de componentes de la automoción en China al ritmo anual del 20% hasta 2018. En este mercado,destaca el interés por las firmas extranjeras con mayores dotaciones de tecnología y una mayor calidad en sus productos.
Tercera: el desarrollo del coche eléctrico. Antonio Cobo lo decía en su reciente conferencia en Navarra, China es la gran protagonista debido al impulso político a esta industria. Aunque -en España- tienen menos repercusión mediática, la automoción china corre en cabeza en la solución de los problemas críticos del automóvil eléctrico como el de las baterías. Esto lo saben muy bien los grandes fabricantes automovilísticos, entre ellos Volkswagen, y de ahí las firmas de acuerdos con socios locales.
Cuarta: la automoción china mira a Europa. China exporta en otros continentes pero se sabe todavía no preparada para abordar el exigente mercado europeo. Encontramos aquí una explicación al estímulo a la empresa china por buscar proveedores del Viejo Continente. También al hecho de que se priorice la multilocalización a la deslocalización. Los planificadores chinos prefieren empresas que mantengan sus centros productivos y cuarteles generales en Europa.
Las tendencias de la industria automotriz china constituyen verdaderas oportunidades de negocio tanto para la empresa como para la estrategia pública presentada por el Gobierno de Navarra, ahora bien en sí mismas constituyen también una amenaza que no debe perderse de vista. Las razones son obvias.